Uno de los beneficios agregados que queda de la gran actuación de la selección de Uruguay en el Mundial, es la alegría de ver banderas uruguayas por todos lados.
Cuando uno está lejos de su tierra añora muchas cosas, pero la ausencia más grande, después de la familia, es la ausencia total de nuestra bandera, mas allá de nuestras casas o la sede del Club Uruguay, pero en el último mes, no estuvo o está fuera de lo común, cruzarse con autos con la querida bandera de franjas y sol.
En los 40 años que hace que estoy “fuera de casa”, siempre tuve algún distintivo que dejara claro que ese auto con placa SAN-CONO, es de un uruguayo, y como yo tantos otros compatriotas hacen lo mismo, pero son detalles pequeños y que muchas veces pasan desapercibidos; ahora no, ahora las banderas en la ventana, van pregonando a los cuatro vientos que somos Uruguayos y que estamos orgullosos de serlo.
Los bocinazos te hacen dar vuelta la cabeza, y desde el auto de al lado, un uruguayo que nunca habías visto antes, te grita a voz en cuello “Vamo Uruguay carajo”… o “ Hoy los comemos en dos panes”… “ Soy celeste”… “ Qué bien los pibes ehhh”.
Hombres, mujeres y niños, muchos de ellos nacidos acá, van por la calle o los centros de compra con la celeste puesta, porque se sienten con la total libertad y la obligación de identificarse y hacer saber que nosotros entramos entre los cuatro mejores del mundo.
Me encantó el Mundial hasta ahora, lo disfruté, grité a solas (por cábala), no me perdí un partido, ni me pienso perder los dos que quedan, pero cuando termine lo que más voy a extrañar, va a ser el no ver más esas banderas flameando… Me quedará el vacío de cuando se apagan las bocinas y se van los colores.
Gracias a todos los integrantes de la selección de Uruguay por las alegrías… que se repita.
El Tordillo
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