Se encendieron los focos, las cámaras están a atentas todos los movimientos, los espectadores se frotan las manos, la adrenalina del voyerismo sube al máximo…
En la cancha de ese Estadio los denominados indeseables, las lacras humanas, los que se adueñan de las vidas ajenas, los que pasan la raya designando motu proprio de que lado esta la Vida y de cual la Muerte, quizá muchos de ellos ya irrecuperables….
Para hablar claro: me refiero a los que matan jóvenes por un celular, a los que golpean, maltratan y asesinan mujeres haciendo prevalecer su condición, a los que violan niños, a los que copan a ancianos indefensos para robarles sus pocos pesos….
Para hablar claro; me refiero a los que asesinan por homofobia, a los que asesinan por compasión, a los que venden droga como pan caliente a niños y menores, a esos mismos niños y menores que después entran a robar armados, tirando a matar y sin avisar.
Para hablar claro: me refiero a los que en moto en pleno día, rapiñan a una señora que apenas puede caminar hasta el supermercado, a los que matan a tipos laburantes que no tiene otra arma que una coca cola en sus manos, a los que van armados a un espectáculo deportivo, a los que amparados en el anonimato de Internet insultan, degradan y estigmatizan a otros uruguayos pero que no serian capaces de sostener esas opiniones frente a quienes agreden….
Y es probable que se me escape algún otro estereotipo.
Y en las tribunas el resto del colectivo.
En el Palco Oficial los Ministros nos presentan datos: ”Hay menos rapiñas”, “Uruguay: el país mas seguro de América” etc. etc.
En una esquina de la América la barra política. Con sus banderas: “Si a la rebaja de la edad de inimputabilidad” ”Reivindiquemos el derecho a la rehabilitación” “Pena de muerte ya”, “Si al ejercito en la calle”, No al ejercito en las cárceles” “Mas policías en las calles” “No a las razzias”. Como toda barra brava están divididos, luchan por los cacicazgos, muchos se aferran mas a sus sillas mas que a sus principios y buscan prensa. No hay consenso porque no hay claridad de pensamientos ni conceptos claros.
En otro rincón de la América la barra de los judiciales. “Queremos leyes acordes”, “Modernizar la legislación ya” “Nosotros no las hacemos, solo las aplicamos”, etc….
Muy cerca de ellos, la barra de la Policía: “Hay menos robos pero mas rapiñas” “Necesitamos mas efectivos” “Nosotros los agarramos pero los que fallan son los jueces”, etc., etc.
Y el palco de la prensa, claro. Oídos atentos, cámaras listas, móviles haciendo guardia, y que presurosos acuden al menor indicio hasta por las dudas. Periodistas que llegan a actuar como rápidos difusores de hechos denostando “culpables” aun no demostrados, sopesando el rédito de ratting que brinda el morbo del delito, de la delincuencia, de la violación, de la privación de la libertad.
De periodistas que entrevistan y popularizan a esos mismos personajes que luego se miran orgullosos en los televisores de las cárceles.
De periodistas que con lujo de detalles relatan una violación a una mujer sin considerar que sigue viviendo en el barrio, ahora marcada por la desgracia, recalcada además, por la indiscreción informativa detallada e innecesaria de lo acontecido.
Y en el resto de las tribunas el Pueblo. El que va al espectáculo como espectador porque salvo patalear cuando le dan cámara, o ir a alguna reunión con el Jefe de Policía del barrio, pocas oportunidades mas tiene de participar, al menos hasta las próximas elecciones.
Y ese Estadio, ese espectáculo queda en la mitad del camino que une la privación de la libertad con la libertad propiamente dicha.
En las cárceles están aquellos individuos que la Justicia entendió rompieron el contrato social de convivencia de la Nación, violando las leyes comunes a todos los ciudadanos de la República. En ellas conviven individuos que han cometiendo delitos de distintas categorías y que van desde un simple robo hasta el hecho mas repudiable. Todos los colores delictivos están presentes en la paleta de colores de una cárcel uruguaya.
Sabido es que la situación de las cárceles en Uruguay no es de ahora. El hacinamiento, la droga, los peajes, los arreglos de traslados, las protecciones, los motines, las armas, las muertes entre reclusos, la prostitución, las enfermedades, el Sida, y otros muchos detalles mas son el común denominador desde hace años en ese submundo canero.
O sea, un lugar nada paradisiaco para ir a vivir….
Y en la libertad propiamente dicha, la de los barrios de las ciudades y pueblos de nuestro país, la de nuestra campaña, vive la gente que labura, la que estudia, la que apuesta a la vida, la que vive en la riqueza pero también en la pobreza material digna, pero con la cabeza limpia para inculcar los valores que hacen a las personas de bien.
Ahí viven los ciudadanos orgullosos de vivir en un país que en el contexto latinoamericano, tiene el mayor índice de democracia (democracia completa), es segundo con referencia al menor índice de percepción de la corrupción, tercero en nivel de desarrollo humano, quinto en la esperanza de vida mas alta, uno de los países de Sudamérica con mayor libertad de prensa y una de las naciones con mayor tasa de alfabetización de América Latina (98% de la población).
Y orgullosos de que en el contexto mundial, Uruguay está segundo en el grupo de las naciones mas pacificas del Planeta, y posee uno de los mayores índice de educación (superando a países como Alemania o Japón).
Pero en ese mismo barrio de la libertad viven también los que se miran en el espejo de los que están en el Estadio porque son sus héroes, sus paradigmas del barrio, de la televisión y de los diarios!!! Los que van a retroalimentar las cárceles.
Porque ellos hacen la escuela y el liceo del delito en la sociedad de la libertad, y el postgrado en la sociedad de la libertad confinada de una cárcel. El sistema se retroalimenta.
Definitivamente, hay algo que no me cierra: cuando transitamos por uno de los momentos de mayor bonanza económica que ha conocido el país, no somos capaces de dar soluciones a este problema. Y esto es responsabilidad de toda la Sociedad.
Hay miles de puestos de trabajo esperando en el sector de la construcción. Hay miles de presos, la gran mayoría jóvenes, la gran mayoría reincidentes, que están hacinados en las cárceles sin hacer algo productivo.
Como ya dije, definitivamente hay algo que no me cierra.
No quiero que se generalice el sentimiento de la necesidad de la pena de muerte para quienes cometen delitos horripilantes. La Humanidad y su Historia esta llena de ejemplos de personajes repugnantes que quizá no merecieron ni merezcan vivir pero aun así, el derecho a la vida es el que adquirimos por el solo hecho de nacer.
No quiero aceptar axiomáticamente que ninguno de los menores infractores es recuperable.
Me niego a aceptarlo. Quizá alguno lo sea y vale la pena el intento.
Y quienes no puedan ni quieran recuperarse deberán aceptar que perdieron su derecho a la libertad y eso no se negocia.
Sé que no es fácil sentar opinión sobre temas tan delicados y tan sensibles. Observarlo e intentar analizarlo desde un punto de vista objetivo es tan riesgoso como analizarlo desde la plataforma de los sentimientos y experiencias personales, especialmente si estas ultimas no son buenas.
Pero tengo el sentimiento de que hay algo que revolotea en la mente del colectivo uruguayo. Y ojala que eso sea la toma de conciencia definitiva de la necesidad de hacer algo real, concreto, justo pero sin perder los rasgos de humanismo y de solidaridad que caracteriza a nuestro pueblo.
No quiero que la barbarie se adueñe de nuestro sistema de vida.
Néstor Vaz Chávez